Preguntas más frecuentes

En los últimos meses de 2017 se publicaron simultáneamente tres obras literarias muy relacionadas con los misterios que la Humanidad ha necesitado descifrar desde la noche de los tiempos. Y todas ellas están muy relacionadas de uno u otro modo con España: Origen de Dan Brown −todo un best seller−, El fuego invisible de Javier Sierra −Premio Planeta de ese mismo año− y la primera de ellas en editarse, El Manual de Verónica de Yazel −Editorial Creación−:

− ¿Cuál puede ser la razón de esta casualidad?
− ¿Casualidad o causalidad? La demanda que hacen las sociedades contemporáneas con el fin de encontrar respuestas a cualquier modo de vida actual no deseado, resulta cada vez más evidente. De algún modo, esa necesidad parece canalizarse en el tiempo para que pueda ser satisfecha con más o menos fortuna en su resultado. Es como si ahora tuviéramos una excelente oportunidad para abrir los ojos.

− ¿Acaso las sociedades contemporáneas están adormecidas? ¿En qué consiste esa oportunidad?
− Consiste en que el conocimiento no siempre ha tenido la posibilidad de trascender abiertamente a una sociedad como en la actualidad, ni ha sido tan sencilla la posibilidad de que éste pueda ser contrastado y aceptado individualmente con madurez suficiente.

− ¿Por eso siempre nos lo han transmitido a través de parábolas, ficciones, cuentos...? 
− Puede ser, aunque probablemente este hecho esté más relacionado con la magnanimidad que supondrá hacerlo de ese modo para que la fragilidad humana no se vea afectada de forma sobrevenida cuando no esté preparada para ello.

− ¿Y ahora lo está?
− ¿Lo ha estado alguna vez? Reincidir en el error no parece que conduzca a ninguna solución diferente a la inicialmente deseada en cada reiteración. Decía Albert Einstein que la Humanidad necesitará cambiar su modo de pensar si quiere sobrevivir. Y parece que una de las soluciones aceptadas como inevitable para poder lograrlo, al menos por una parte de la comunidad científica, es la de ir buscando «alojamiento» fuera de nuestro planeta... Probablemente, porque en la incomprensión de lo que significa en su analogía el concepto de Paraíso perdido, puede que lo terminemos destruyendo para seguir buscando más allá un mundo en el que podamos vivir mejor. Un sinsentido en sí mismo, ¿cómo se podría vivir mejor fuera lo que no somos capaces de vivir dentro?

− Entonces, ¿no existe el Paraíso?
− Si no somos capaces de conceptuarlo en la mente como tal realidad, sin duda. Dicho en términos agustinianos ya antiguos: si la elección es acertada, el amor a Dios fundará la Ciudad Celestial hasta llegar al desprecio del ego propio; si es equivocada, el amor propio erigirá la terrenal hasta llegar a menospreciar a Dios. Sólo dependerá de que esa concepción sea la misma en todas las psiques para que algún día pueda ser una realidad cierta. En el sentido más conveniente, claro. A fin de cuentas, no será el mundo exterior el que deba conquistar la Humanidad, sino el que se encuentra en su interior.

− ¿Quizás por eso Stephen Hawking ya advirtiera de la inoportunidad que supondría darle la mano a nuestro antiyó, porque en esa unión, yo y antiyó desaparecerían en un gran estallido de luz?
− ¿No consiste en eso el amor, en la conciliación de los opuestos, en encontrar la media naranja que nos complementa...? ¿Quién no querría abrazar la parte positiva de su parte negativa, su lado oscuro, para trascender a niveles superiores? Después de todo, hasta la fecha la Ciencia no ha podido unificar en una única teoría, mucho menos en un solo algoritmo, la relación entre todos los campos de fuerza del universo, la materia y la luz. ¿Dónde quedaría en esa formulación el amor y su atracción?

− Sí, así termina enigmáticamente la obra de Yazel, pero continuando por el principio, y con lo apuntado en esta introducción, los tres libros pretenden descifrar enigmas ancestrales, y los tres están ambientados en España. ¿Qué aporta El Manual de Verónica en este sentido?
− Una obra literaria siempre aporta alguna visión indivisible de alguna realidad vivida. Y El Manual, no será una excepción. En primer lugar, y en relación con España, porque en nuestras raíces se encuentran los fundamentos de las tradiciones judeocristianamusulmana y, por tanto, seguro que algún punto de encuentro debió existir en el pasado, después de algún siglo que otro de frustrada convivencia, que deberíamos conocer y recordar conjuntamente para que no se repita nuestra historia. Luego, porque en ellos se podrán encontrar todo tipo de interpretaciones a las diversas realidades en el correspondiente intento de darle un sentido más común a la vida. Pero a diferencia de los otros dos libros, novelados con más o menos ficción, éste sí lo hará de un modo directo, a modo de ensayo humanístico, para mostrar con claridad el lugar en el que reside el Grial con el elixir de la eterna juventud.  Aunque no nos engañemos, al mismo tiempo se precisará una Llave para entrar en el Reino de la Sabiduría que lo haga visible al entendimiento. Parafraseando a Saint-Exupéry: «no se ve bien sino con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos…» Quizás por eso el conocimiento ha sido expuesto desde diferentes puntos de vista para que pueda ser comprendida esta última meta, tanto por las personas más noveles en la interpretación de sus circunstancias, los «principitos» de la familia, como por aquellas que demanden un conocimiento más concreto en el que luego puedan profundizar.

− Por ejemplo, y sin ir más lejos, ¿para que se comprenda la simbología transmitida por la ilustre sabiduría hispánica, de la que hoy en día apenas se habla en esencia?
− La simbología es muy importante. Encierra crípticamente el saber aportado por las diferentes culturas o civilizaciones, milenario en muchos casos, que luego es transmitido de generación en generación de forma muy sintetizada para darle más sentido a la vida. Y, a veces, los árboles que no alcancen la suficiente luz no podrán ver la totalidad del bosque...

− ¿Árboles...?
− El Manual es tan sencillo como profundas son sus raíces, pero habría que desentrañar más detalles de su contenido para que pudiera comprenderse ese fundamento, tan vital como esencial, con el sentido común propuesto. Además, toda esa simbología se irá desarrollando a lo largo de los tres deseos que deberán hacerse realidad alguna vez en la vida: Salud, Dinero y Amor. Y aunque el fin sea único, se utilizarán diferentes hilos argumentales para amenizar su arraigo, siendo uno de los más apasionantes, el que está inspirado por el saber contenido en la música de nuestro tiempo. ¿Por qué no realizar entonces el esfuerzo de comprenderlo en su conjunto para tales logros? Hoy en día se pretenden encontrar en una sola respuesta las soluciones a cada uno de los problemas personales, pero hay que entender que eso no puede ser posible sin antes conocer cómo se resuelven los problemas ajenos, por lo que esto obligaría a empatizar con otras formas de ver la realidad hasta comprender en su conjunto la propia. Probablemente, esta incapacidad pueda explicar el estado de depresión al que parece avocada la sociedad contemporánea, tal y como alerta la Organización Mundial de la Salud, si el presente estado de egolatría colectivo continúa exigiendo soluciones inmediatas a sus problemas particulares sin intentar resolverlos en su conjunto con un mínimo de esfuerzo personal. Porque, a pesar de todo, la vida sólo consistirá en vencer el miedo a vivirla con todo su Elixir, sin confundir aquello que pueda embriagarnos los sentidos y la percepción más egocentrista. En definitiva, con mejores sensaciones, emociones, pensamientos y sentimientos. Todo un Grial situado en una cima muy personal que convendrá escalar terrenalmente si el ánimo propio no quiere depender tanto de los deseos o de la escasa luz que el bosque deje pasar... 

− En todo caso, si el libro no es una novela, ¿quién es Yazel? Robert Langdon y David Salas quedan descartados.
− Quién podría decirlo. ¿Él mismo? Un día se recibió en la editorial un manuscrito y una foto, y eso es lo que se ha publicado. Y tiene mucho sentido, en la Antigüedad un testamento se dejaba reflejado en la obra, no en el nombre propio. Quizás antaño existieron menos egos, o el concepto de Eternidad era otro. ¿No debería consistir nuestra última meta en la derrota del ego propio?

− ¿Y Verónica?
− Es el rostro de Dios. La verdadera imagen del ser humano. Una proyección veraz que la vida nos mostrará de nosotros mismos a través del conocimiento de las personas que nos rodean. Precisamente, para conducirnos al Paraíso. 
 
   Por cierto, si alguien la encuentra: no le dé la mano, ¡corra a abrazarla!